14 de diciembre de 2024

Las claves de un país descentralizado

Un país descentralizado es un territorio donde el poder y las competencias no están completamente concentrados en un solo centro de gobierno, sino que el poder se divide en distintos niveles de gobierno, como las regiones, provincias o comunidades autónomas. Por ejemplo, en un sistema descentralizado las distintas entidades tienen autonomía para tomar decisiones dentro de materias específicas como serían la educación, salud, transporte, etc. Además de que existe una gran diversidad cultural, lingüística o histórica entre las regiones.

¿Os suena algún país que sea así? Claramente España, un país donde hay un total de diecisiete Comunidades Autónomas y dos ciudades autónomas, cada una con sus características propias y únicas, y algunas en concreto con régimen especial como podría ser el País Vasco o Navarra. El régimen foral de estos territorios tiene origen en la edad media cuando vascos y navarros disfrutaban de exenciones fiscales y autonomía administrativa. Durante la Guerra Carlista (1833-1839), estos territorios conservaron su sistema de autogobierno. Unos debaten sobre el privilegio de estos regímenes forales, pero otros defienden que esto permite una mayor autonomía fiscal y fomenta el desarrollo económico en estas regiones.  

¿Pero como ha llegado España a ser un país descentralizado? Durante los siglos XV y XVI los reinos de Castilla y Aragón convivían con un sistema administrativo y económico separado. A
pesar de la unión entre Isabel y Fernando, cada reino seguía sus propias instituciones, leyes y sistemas fiscales. Sin embargó, tras la Guerra de Sucesión (1701-1714) se firmaron los Decretos de Nueva Planta, donde se unificó la administración, eliminando los fueros y creando un sistema centralizado, con el centro en Madrid.

En 1812 se firmo "La Pepa", la primera Constitución Española, en la cual se reconocía la existencia de distintas regiones con autonomía por lo que se entiende que fue un intento de descentralización. A largo del siglo XIX se crearon los primeros estatutos de autonomía, como el de Cataluña en 1932 durante la Segunda República.

Tras la muerte de Franco, España adopto el modelo descentralizado formalizado por la Constitución de 1978, que defiende el principio de autonomía política de las regiones. Esta situación no podría haberse dado sin el extremista sentimiento nacionalista que hay en ciertas partes del país. En Cataluña y País Vasco históricamente se ha visto como una nación diferenciada, con lengua propia, autogobierno, cultura y régimen foral.

Esta descentralización tiene consecuencias, buenas o malas, depende para quien. España tiene un sistema de financiación basado en la solidaridad, es decir, las Comunidades Autónomas reciben recursos por parte del Estado para poder asegurar que todos los ciudadanos tienen un acceso a los servicios públicos de calidad. Pero esto trae unas grandes desigualdades ya que las regiones más ricas como Madrid y Cataluña, a menudo se sienten desfavorecidas. Sin embargo, Andalucía y Extremadura, dependen más del Estado. Existe una duplicidad administrativa, es decir, aumentan los costes. Crean tensiones políticas entre territorios. Se protege la diversidad cultural y lingüística, como serían las lenguas cooficiales: catalán, euskera, gallego. 


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